Hace ya varias semanas, un grupo transversal de académicos e intelectuales hicieron llegar diversos planteamientos a los líderes políticos de nuestro país, con el objetivo de avanzar en el debate de realizar ajustes o derechamente reformas a nuestro sistema político. Es que justamente las instituciones peores evaluadas por la ciudadanía en todas las encuestas de opinión son el Congreso y los partidos políticos. El análisis es simple: el debate político no conecta con el diario vivir de las personas.
La base del debate perfectamente puede ser el texto constitucional elaborado por el comité de expertos del fallido Consejo Constitucional, que fue aprobado desde el Partido Republicano al Comunismo. Cuando las crisis afloran, el remedio es la estabilidad.
Al estudiar el Estado y sus diversas concepciones y teorías, logramos entender que la investigación siempre es dinámica y flexible, nada es permanente y, por ende, siempre es perfectible. La elite gobernante debe estar siempre disponible para reformar lo que no funciona y cuestionar nuestras instituciones, con el fin máximo de lo público: el Bien Común. Por lo que debemos acostumbrarnos a conversar y consensuar las políticas públicas, ya que la discusión es parte del proceso democrático, y su aplicación siempre terminará fortaleciéndolo.
Se discute corregir la excesiva fragmentación partidista (actualmente tenemos una veintena de partidos políticos); aplicar el umbral del 5% (votación mínima que deberá alcanzar una colectividad para lograr escaños en el Parlamento), e incluso se ha hablado de la pérdida del cargo en caso de renuncia del cargo de Diputado y/o Senador en el caso de renunciar a los partidos por los que fueron electos. Más allá de las medidas que se diseñen y discuten, es importante establecer un sistema político que sea representativo, demuestre equilibrio y sensatez en los poderes del Estado y ayude de esta forma a impulsar el necesario empuje económico para saltar al desarrollo.
* Las opiniones vertidas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan, necesariamente, el pensamiento de nuestra Universidad.