“De Antofagasta extrañaré muchas cosas, muchos paisajes, a muchas personas… Voy a extrañar la multiculturalidad. Aquí nos sentábamos a la mesa gente de muchos países a contar cómo vivíamos la Navidad, por ejemplo, y eso es impagable. Voy a extrañar el clima, el sol siempre presente, los paisajes maravillosos, los colores de los cerros, del desierto, de la playa, los atardeceres frente al mar, su historia, que está presente en cada rincón. Fue un regalo estar acá”.
Alejandra Arévalo Allende dejó hace casi una semana la Vicerrectoría de la Universidad del Alba Antofagasta para asumir nuevas funciones en el Campus Santiago y dice atesorar los casi seis años en el norte grande como uno de sus ciclos más preciados.
“Son varios sentimientos, pero la primera sensación es de orgullo por lo que pude realizar en la Universidad del Alba Antofagasta, siempre acompañada de un muy buen equipo. En este tipo de cargos, si uno no tiene un equipo que entienda y que plasme el sentir de la Universidad, no se pueden hacer las cosas. Entonces, me voy muy orgullosa por el trabajo realizado, muy contenta porque tengo un excelente sucesor, como Valentín Volta, y eso me da tranquilidad y confianza, porque sé que UDALBA Antofagasta va a crecer exponencialmente con él”, expone.
“Lo que se ha hecho –agrega- ha sido bien significativo. Ordenamos la sede, remontamos indicadores de retención, de titulación oportuna, luego de un período bastante complejo a nivel institucional. La llegada del Rector Rafael Rosell ha marcado una nueva etapa y ese cambio también se vivió en Antofagasta. Se instaló una nueva forma de relacionarnos con los estudiantes, donde entendemos que lo académico es tan importante como lo humano y eso lo hemos logrado plasmar desde la persona que recibe al estudiante en la puerta hasta las máximas autoridades académicas”.
La ex Vicerrectora de UDALBA Antofagasta también destaca los avances en infraestructura. “Ese es uno de los aspectos más importantes, de lo que más nos enorgullece también. Los espacios, la infraestructura que se ha logrado en estos años es superlativa. De eso pueden dar cuenta los egresados, los docentes y los funcionarios de la institución acá en Antofagasta. La Universidad se ha ampliado en metros cuadrados, pero va más allá. Ahora la calidad de los espacios que hay para los estudiantes es vital y eso lo vinimos a coronar este año con la inauguración de la sala de litigación y de la sala espejo”.
-UDALBA está sostenida en tres valores: humanidad, solidaridad e inclusión. ¿Cómo se plasman en el cotidiano institucional?
“En la Universidad en general, y en Antofagasta en particular, esos valores los tratamos de vivir día a día. Conocemos a nuestros estudiantes, sus logros, las renuncias que han tenido que hacer para estudiar una carrera. Ellos son resilientes y esa resiliencia la viven a diario”.
-Al hablar de los estudiantes, usted denota vocación docente…
“Soy pedagoga de profesión y eso hace que una siempre esté comprometida con los estudiantes… Me ha tocado trabajar con estudiantes con necesidades educacionales especiales, también he sido profesora de psicopedagogos y todo eso me ha enseñado que los estudiantes no tienen techo. Tengo un colega con síndrome de Down y es un maravilloso profesional. Él ha sido mi inspiración. Cuando lo conocí en España, ahí dije ‘aquí no hay techo para nadie’… Eso lo he tratado de impregnar en mi carrera universitaria y profesional”.
-¿En qué área de la Universidad volcará de ahora en adelante esa vocación?
“Me voy al Campus Santiago a trabajar a la Vicerrectoría Académica de nuestra casa de estudios. La vicerrectora académica Cecilia Echeverría me invitó a ser parte del equipo y me voy encantada. Con ella nos une un amor y un compromiso con el proyecto de la Universidad del Alba”.
El nuevo norte profesional de Alejandra Arévalo se mezclará con anhelados reencuentros.
“Yo he vivido en varias ciudades, soy viñamarina, pero con mi familia nos instalamos en Concepción, he vivido en Santiago, siempre nos hemos estado moviendo, como peregrinos, pero la pandemia me pasó la cuenta. La añoranza de mis hijos que estudian en Valparaíso fue fuerte y nos vamos a reencontrar. Todos estamos muy contentos a nivel familiar, mis padres viven hoy en Viña, entonces estoy muy feliz con la decisión que tomamos con mi marido”.
Por último, agradece al Rector Rafael Rosell “porque actuó conmigo con humanidad, con solidaridad, entendió mis razones, entonces uno piensa: acá los valores institucionales no están solo en un papel”.