Antes de ingresar al mundo de la fonoaudiología, Jazmín Pérez Serey estudió música, la pasión de su vida. La Directora de la carrera de Fonoaudiología de la Universidad del Alba, sede Chillán, primero se graduó de Profesora de Música y Licenciada en Ciencias y Artes Musicales. Y fue la música, justamente, lo que la llevó a la fonoaudiología casi como si siguiera las notas de una partitura.
“Yo estudié música porque me gusta el canto. Y cuando estaba estudiando en la universidad, me di cuenta que al hacer clases, eso me podría traer consecuencias vocales. Tempranamente me percaté de eso porque había compañeros que empezaron a hacer clases en colegios, aún siendo estudiantes, y vi cómo se deterioraba su voz. Es más, conocí la experiencia de una compañera que cantaba hermoso y al año de estar ejerciendo como profesora, haciendo clases en el aula, sufrió de nódulos vocales. Entonces yo dije ‘no quiero que me pase esto’ y la primera tesis que hice en música la enfoqué hacia el lado vocal”, explica.
“Esa experiencia me motivó a estudiar fonoaudiología y la tesis de esa carrera también la enfoqué hacia el lado vocal, por la sensibilidad que yo tenía con el tema. Eso me ha hecho estar siempre caminando por el filo de las dos carreras, de la música y la fonoaudiología, permanentemente estoy vinculando ambas áreas, la música y el cuidado de la voz”, complementa la fonoaudióloga y Doctora en Ciencias de la Motricidad Humana.
PUBLICACIONES EN REVISTAS INTERNACIONALES
Así como la música, la investigación también cruza la partitura de vida de la Dra. Jazmín Pérez Serey, siendo hoy una de las investigadoras más destacadas de la Universidad del Alba, con una decena de artículos publicados en revistas científicas internacionales.
Actualmente, la también Magister en Didáctica y Pedagogía Musical se encuentra trabajando en una investigación que aborda la iniciación musical de niños entre cuatro a ocho años de la Escuela Artística Claudio Arrau de Chillán y del Conservatorio de Música del Instituto de Música de la Universidad Adventista de Chile.
El objetivo de dicha investigación es ver si hay un patrón de dermatoglifia asociada a la huella dactilar y a las capacidades o habilidades musicales de los niños.
“Hace unos años se dictó en nuestra Universidad del Alba un doctorado en Ciencias de la Motricidad Humana, y quien lideraba ese programa, el Dr. José Fernández Filo, tenía su doctorado asociado a esa dermatoglifia y nos enseñó estas aplicaciones. Desde entonces me quedó dando vueltas esta idea, saber si se podía aplicar la dermatoglifia a la música, a los instrumentistas, a los cantantes o si tenía alguna relación con las habilidades propias que tiene cada persona para poder desarrollar algún instrumento, y así no estar saltando de instrumento en instrumento, sino que enfocar a los niños que hacen estos talleres de iniciación y ayudarlos a escoger el instrumento con el que se van a sentir bien y van a llegar a buen término. Es lo mismo que se hace con niños deportistas, pero me interesó saber si se puede aplicar a la música”, explica la Directora de Fonoaudiología de la Udalba Chillán.
EL DESGASTE DE LA VOZ EN EL AULA
Esa investigación sigue en curso y la Dra. Pérez Serey espera terminarla a fines de este año o principios de 2022 para luego publicar el correspondiente artículo con las conclusiones del estudio.
Una de sus más recientes publicaciones la hizo en la revista científica española “Logopedia, Foniatría y Audiología”. El artículo de enero 2021 abordó el estudio “Efecto inmediato de la estimulación nerviosa eléctrica transcutánea y los ejercicios del tracto vocal semiocluido en profesores”.
La muestra de esa investigación la hizo con profesores de la Escuela Reyes de España, de Chillán, en un trabajo orientado a la prevención de disfonías de los profesores y profesoras en las salas de clases.
“El desgaste de la voz no es algo que los profesores consideren mucho, pese a que la utilizan a diario y mucho. Siempre pensamos que el profesor dicta clases, que es experto en pedagogía, pero no pensamos que este instrumento vocal se gasta y genera una serie de complicaciones, porque si el profesor tiene disfonía, no puede hacer su clase y se tiene que ir con licencia médica. Eso tiene un costo asociado a las mutuales de seguridad, al seguro que paga cada colegio, a quedarte sin un docente que te haga la clase, a un tratamiento médico fonoaudiológico, a veces a operaciones, y si son varios los docentes que tienen esta complicación, entonces ese seguro va a ir subiendo, por lo tanto, el costo material, operativo, para el colegio y para los estudiantes va a ser bastante alto y eso a veces no se considera a la hora de hacer prevención”.
La Doctora Jazmín Pérez explica que la investigación consistió “en una terapia para ver si resulta conveniente hacer una serie de ejercicios fisiológicos que ayudarían a prevenir estas disfonías. El estudio estuvo orientado a la prevención, ya que se trabajó con profesores sin patología vocal. De esta manera, se hizo una evaluación de la voz al inicio de su jornada laboral y luego al final de su día de trabajo se volvió a evaluar cómo quedó la voz y se realizaron estos ejercicios fisiológicos de tracto vocal semiocluido durante unos minutos. Se trata de ejercicios bastante simples y que ocupan poco tiempo”.
Los resultados del estudio dejaron muy satisfecha a la investigadora de la Universidad del Alba.
“Las conclusiones fueron muy positivas porque el estudio demuestra que los ejercicios sirven para poder regular de nuevo la voz y poder volver a centrarla dentro de los rangos de una voz normal. Por lo tanto, nos serviría como prevención para un docente que tiene una carga horaria por lo menos de ocho horas al día”, expone.
Sobre el trabajo de prevención que se hace en general con los cuerpos docentes, la Doctora Pérez Serey tiene un diagnóstico más bien negativo.
“Esa es una lucha que llevamos bastante tiempo realizando. Generalmente, el profesor cumple, hace sus clases y no hay una educación al respecto. Dentro de su formación universitaria no se considera de una forma tan seria el tema de la prevención vocal. Por lo tanto, también hay desconocimiento y, por otro lado, si bien los colegios están asociados a una mutual, tampoco se exige a la mutual que haga los cursos correspondientes, porque eso ocupa tiempo”.
La académica añade que “también se han hecho levantamientos respecto a la conciencia que tienen los docentes. Se les ha invitado a jornadas de prevención, pero ellos no tienen mucha conciencia de lo que significaría perder la voz, tener disfonías prolongadas, y finalmente llegar a padecer una patología, como un nódulo vocal, y lo que significaría eso”.
Sobre el ejercicio en sí que se probó en el estudio, explica que este consiste “en poner una bombilla en tus labios y hacer un soplo. Ese soplo tiene la condición de que le vas a quitar la presión suclótica a tu cuerda vocal, por lo tanto, todas esas tensiones que se provocaron durante el día por la carga vocal se van a ir relajando y entonces ahí vas a poder generar un flujo aéreo adecuado, vas a disipar las tensiones y vas a poder generar un tono que es adecuado a tu voz”.
Por último, la Doctora Jazmín Pérez se refiere al tabaquismo como otro factor de peligro para la voz del profesor o la profesora.
“El tabaquismo tiene muchos efectos negativos. El cigarro tiene muchos químicos que no son percibidos por quien fuma. Uno de ellos es la nicotina, que se va a una parte de la cuerda vocal. La cuerda vocal es un músculo, pero tiene asociadas tres capas mucosas, y la segunda tiene un bolsillito y la nicotina se aloja ahí y hace que la cuerda vocal se engrose y, por lo tanto, la cuerda ya no va a estar lisa ni estará sana, generándose unos bultos que harán que la cuerda no se pueda cerrar adecuadamente, lo que provocará una voz engrosada y rígida. Además, la nicotina alterará las células laríngeas y eso implica un aumento de padecer un cáncer”.