Ad portas de la visita de pares de la Comisión Nacional de Acreditación (CNA) a UDALBA, el Rector Rafael Rosell Aiquel cree que es normal que haya un poquito de nerviosismo entre los colaboradores de la docencia, pero dice que hay razones de peso para reflexionar y, en el fondo, estar tranquilos.
“Y cuando hablo de colaboradores de la docencia, hablo de todos –dice la máxima autoridad académica de nuestra casa de estudios– o sea, desde la persona que limpia una sala de clases y está colaborando con la docencia hasta profesionales que están trabajando en distintos ámbitos, como las comunicaciones, por ejemplo. Todo gira en torno a nuestros estudiantes y, por lo tanto, quienes no son académicos también son colaboradores de la docencia, de lo que hacemos día a día. Entonces, hay confianza en cada uno de ellos. Yo creo que muchos han vivido la experiencia de otras acreditaciones en esta misma universidad y se dan cuenta de las diferencias”.
Por eso, dice sonriendo el Rector, yo les recalco: “No digan nada inventado porque no hay nada que inventar, está el trabajo diario. Estas acreditaciones externas, fundamentalmente, tienen por objeto ratificar lo que aparece en nuestro informe de autoevaluación. Eso es lo que somos. Esta universidad es eso. Entonces es mucho más fácil. Ninguno se va a equivocar si dice lo que ha hecho”.
–Pero en ese sentido, ¿usted no se ha puesto en un escenario desfavorable?
“No”.
–¿Nunca?
“No, en las acreditaciones anteriores, sí. Y de otras universidades también. Pero en esta estoy totalmente convencido de que vamos a acreditar. Vamos a quedar bien, porque hemos hecho un buen trabajo. Y entonces no hay nada qué hacer. O sea, nos tienen que creer. No veo otra opción. Eso no significa que no nos falte mucho camino por andar, son cosas distintas. Nosotros estamos llegando a esta instancia y estoy seguro de la acreditación, pero tenemos que seguir caminando y seguir creciendo juntos. Y con la acreditación es mucho más potente poder hacerlo”.
–Y una vez acreditado, hay que crecer especialmente en Investigación y en Vinculación con el Medio, que son las áreas que se evaluarán en la próxima acreditación.
“Una vez acreditados, al otro día estaremos trabajando en nuestros procesos de aseguramiento de la calidad. Así funciona”.
–¿Cómo cree usted que los valores de esta universidad, que son inclusividad, humanidad y solidaridad, se transmiten en el informe de autoevaluación?
“Primero el de inclusividad social. Eso está claro en el informe de autoevaluación en varios datos. Uno de los datos es el porcentaje de estudiantes que son primera generación para estudiar en una universidad; fue de un 66% este año. Eso es inclusividad social. Ahí ya tiene un número clarísimo. Y, en segundo lugar, la mayor parte de nuestros estudiantes vienen de colegio particulares subvencionados o municipales. Estamos hablando de un 85%. Ahí hay otro dato de inclusividad social. Y el tercero que me parece relevante es la forma de nuestra admisión. Si nosotros no tuviéramos la forma de admisión que tenemos, no podríamos hablar real y honestamente de inclusividad social. Porque cuando hablamos de inclusividad social, también hablamos de una cierta selección para entrar a nuestra universidad. Y como yo lo he repetido siempre -y me quedan mirando, como si pensaran, ‘¿cómo está diciendo eso?’- nosotros somos selectivos, pero inclusivos socialmente. ¿Y eso por qué? Porque la forma de admisión no nos hace distinguir de dónde viene la persona. Si viene a un colegio municipal, si viene de un colegio particular o si viene de uno particular subvencionado nos da exactamente lo mismo. Lo que queremos es que esa persona pueda tener la capacidad de resolver problemas sin conocimiento previo”.
–Porque el conocimiento se paga.
“Claro que se paga. Si tú estudias en un colegio particular, no te quepa duda que vas a tener mejor puntaje que alguien que estudia en un colegio municipal, pero no nos interesa eso. Por eso dejamos de lado el tema de la prueba nacional de admisión, porque queremos que de verdad los jóvenes con talento estudien con nosotros, no todos los jóvenes, los jóvenes con talento, que es diferente a la posición, muy legítima, de otras universidades, que quieren dejar entrar a todo el mundo o que ponen requisitos como la prueba nacional, porque la prueba nacional lo que hace es mantener la segregación. Cuando tú has estudiado en un colegio municipal, evidentemente ya vienes segregado, ¿no? Porque desgraciadamente en este país, Chile, no nos preocupamos de la educación básica y media para mejorarla. Estamos mirando la gratuidad en la Educación Superior, pero no estamos mirando qué hacer para que nuestros jóvenes tengan una mejor educación. Y entonces nadie, o sea nadie, me puede explicar si no es por esta razón, por qué los chicos de colegios particulares tienen mejores puntajes que los del colegio municipal. No es porque sean más inteligentes que los colegios particulares. Los talentos se reparten en Chile y en el mundo de la misma forma. El problema es que a algunos les dieron la posibilidad de demostrar su talento y a otros no, y no nos preocupamos como sociedad de eso. Eso a mí me molesta mucho”.
El Rector recuerda que en alguna ocasión el ex ministro Nicolás Eyzaguirre dijo que había que quitar los patines a los estudiantes que eran mejores. Pero que no se trata de eso. “¿Por qué en vez de quitar los patines a los del colegio particular no le ponemos patines a los de los municipales? Tenemos un problema de fondo como sociedad que no hemos sabido enfrentar. Hemos sido cobardes al enfrentar una situación así. Lo que queremos en Universidad del Alba es igualar la cancha y decirles a estos jóvenes: ‘ven si tienes la capacidad, si tienes los talentos para el cambio social, nosotros te seguimos. No hay ningún problema. El puntaje refleja tu casa, refleja tu colegio. Pero nosotros queremos el reflejo tuyo. Solamente resuelve un problema, resuelve un problema complejo tú solo, sin conocimiento previo, bienvenido’”, dice el Rector.
Y sobre la solidaridad, cuenta que un gran ejemplo se vivió el 2020, cuando en medio de la pandemia se dieron cuenta de que la mayoría de sus estudiantes no podían tener clases online porque no contaban con internet ni computadores. “Y le propusimos a la comunidad universitaria rebajar nuestro sueldo. Yo rebajé un 15% mi sueldo por más de diez meses. Lo mismo hizo el 98% de la universidad y fue escalonado: los ‘profes’, 10%; y los colaboradores de la docencia, 5%. Con esos recursos fuimos a comprar computadores y banda ancha. En la mayor parte de los casos los fuimos a dejar a nuestros chicos a la casa. Y estamos hablando de Antofagasta, Chillán, La Serena y Santiago. Si eso no es solidaridad, no sé qué es. Porque nos mantuvimos, como te digo, con más de diez meses con nuestro sueldo disminuido”, cuenta.
Respecto a humanidad, dice que se refleja, por ejemplo, en una clase magistral que dio el filósofo Gastón Soublette, quien vino a decirnos que como sociedad “tenemos que rehumanizarnos”. Y sigue: “Nuestra humanidad se refleja también en las 40 horas que vamos a implementar (desde febrero). La humanidad se refleja en que no le vamos a descontar a nadie los primeros tres días si se enferman, porque es injusto el sistema de salud (licencia médica). Eso lo debería hacer el Estado, pero lo estamos haciendo nosotros. Eso se llama humanidad. Y esta universidad tiene evidentemente esa mirada en entregar los computadores e ir a dejarlos a la casa de nuestros estudiantes. No es solamente solidario, es humano (…) Yo creo que se refleja perfectamente en el informe que nosotros presentamos de autoevaluación. Estos tres valores profundos de nuestra universidad”.
–Y a propósito de lo mismo, ¿cómo es esto de que ningún alumno abandona la universidad por razones económicas? ¿Cómo se conjuga eso con el saneamiento de la universidad en términos económicos?
“Hay una reflexión que los propios estudiantes hacen. Que no piden ayuda si no la necesitan realmente. Esos son nuestros estudiantes. O algunos que han tenido ayuda, por ejemplo, te dicen ‘yo ya no la necesito’, porque saben que eso va para otro. Cuando yo señalo que ningún estudiante se queda sin estudiar por razones económicas, tengo claro que esas razones económicas que él tiene, van a ser transitorias y, por lo tanto, vamos a dar toda nuestra ayuda para que él pueda lograr salir adelante.
–Existe la beca Rectoría. ¿Cuál es su criterio y cómo surgió esta esta beca?
“Normalmente cuando se producen situaciones muy graves, generamos la beca Rectoría. No se da todos los años y es en situaciones muy complejas. Si, por ejemplo, lamentablemente tenemos el fallecimiento de papá y mamá en un minuto y el chico queda desamparado, es obvio que tenemos que ayudarlo en forma muy rápida para que él pueda continuar. O podemos darla en algún vespertino. Si alguien que es padre o madre de familia tiene que mantener a su hijo y surge algún inconveniente, podemos buscar alguna forma para poder ayudar, son casos bien extremos”.
–¿Y esa beca la decide usted?
“La conversamos en privado, aun cuando pareciera que lo decido yo”.
–Desde la nueva administración hasta hoy, ¿cuáles cree que han sido los mayores logros?
“Yo creo que hay algunos que son relevantes. El primero es la estabilización económica de la universidad, lograr efectivamente que de 800 millones de pesos de patrimonio, estemos hoy día bordeando los 1.200 millones. Es un logro importante porque demuestra que estamos invirtiendo todo lo que se obtiene de la universidad en nuestros propios estudiantes. Eso está reflejado en las salas, las salas de salud, etcétera, etcétera. Nuestra universidad está más bonita hoy día que antes. Tercero, la reducción de 8 a 3 facultades también genera un cambio en la forma de relación del Rector y de la Vicerrectoría Académica con los Decanos, que son tres nomás. Nos es mucho más fácil, evitamos duplicidades y estamos exigiendo en este minuto que todos nuestros académicos hagan clases, incluido el Rector. No puedo llamarlo ahorro. Pero genera el no gastar en un profesor externo, es utilizar los medios que tenemos para generar la clase y la cercanía tanto del Rector como de los Decanos y de los Vicerrectores con los estudiantes. Eso es muy potente también. Y yo creo que ahí hay un logro y hay un cambio”.
Lo otro es haber logrado casi un 100% –dice el rector– del plan de recuperación comprometido con la Superintendencia de Educación Superior. Además, otra cosa buena es que la universidad es dueña de sí misma: “La Corporación es la dueña de la Universidad del Alba, la agrupación Universidad el Alba es la dueña de la Universidad el Alba y quienes integramos la Asamblea de Asociados de la Universidad somos todos académicos y de un nivel que nos permite trabajar con miras solo y exclusivamente a la calidad de la educación que estamos entregando y, por lo tanto, eso nos permite reinvertir cada uno de nuestros pesos en nuestros estudiantes y en la infraestructura que vamos generando”.
Además, dice el Rector, ha habido aumento de profesores de planta y aumentos de jornada, “porque yo no entiendo que un docente tenga 28 horas, no puede ser. Él tiene que tener las horas completas para poder dedicarse a trabajar con su estudiante”.
–Le iba a decir que si bien este logro es colectivo, me imagino que igual a usted, como capitán del buque, se siente orgulloso de todos estos logros.
“Yo me siento orgulloso del equipo que tengo. Me siento orgulloso de la universidad, de la gente que está en ella. Me siento y siempre me sentí muy impactado de su capacidad de resiliencia, de ser golpeado y levantarse y seguir caminando, que creo que un ejemplo increíble también para nuestros propios estudiantes que en muchos casos también tienen vidas resilientes. Y entonces esta comunidad que sabe resucitar, que sabe salir al alba de forma permanente, nos hace tener una fortaleza que, creo yo, no muchos tienen y de eso me siento absolutamente orgulloso”.
–¿La misma fe que tiene en la acreditación institucional la tiene para la reacreditación de Medicina, una carrera que nunca ha dejado de estar acreditada?
“Por supuesto. La misma tranquilidad”.